Me parece que constatar y comprender la paradoja que estamos viviendo es primordial. Medios y fines no están dialogando. En palabras de Max Weber: “No hay ética en el mundo que pueda substraerse al hecho de que para alcanzar fines “buenos” haya que recurrir, en muchos casos, a medios moralmente dudosos, o por lo menos arriesgados, tanto más, cuanto que son posibles las consecuencias laterales moralmente negativas y hasta existe gran probabilidad de que así sea. Es más, ninguna ética del mundo es capaz de precisar, ni resolver tampoco, en qué momento y hasta qué punto los medios y las consecuencias laterales moralmente arriesgadas quedan santificados por el fin moralmente bueno”. Es así como el desarrollo nos ha llevado a un subdesarrollo. Hemos alterado el medio ambiente con grandes “avances” que destruyen la naturaleza. Promovemos brechas económicas abismantes. El exceso de racionalidad nos ha llevado a una irracionalidad donde el fin se supone es el desarrollo del ser humano [LB1] y el medio termina transformando a las personas servidoras del sistema. El “sistema” ha pasado a ser el fin al parecer y el hombre debe amoldarse a ese sistema. Horkheimer lo plantea de la siguiente forma: “… concepto de Razón formalizada, donde una actividad es racional únicamente cuando sirve a otra finalidad. En la sociedad del siglo XX existe una sola manera de alcanzar un sentido: servir a un fin. Una característica de la razón formalizada es la cosificación como sucede con el arte que lo transmuta en mercancías culturales. Esta transmutación en mercancías de todas las actividades humanas solo puede llevarse a cabo con el advenimiento de la sociedad industrial.”

Llevada a nuestra forma de vida y organización social, hoy prevalece  una mirada única, economicista, loca por exitismo material, que desprecia lo complejo y diverso que es el ser humano.  En las palabras de Juan Sutil, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) de Chile: “… Al final del día hay que generar un sentido de responsabilidad y tenemos que ser más anglosajones que hispanos. La cultura anglosajona está mucho más marcada en el ambiente de las matemáticas, la ingeniería. Aquí estamos en la literatura, la filosofía. Los países no crecen con literatura y filosofía. Mientras eso no ocurra y no haya más disciplina es más difícil avanzar…”

Este deseo de ‘ser anglosajones’ expresa el desprecio por las culturas originarias y nuestro  mestizaje.  La  cosmovisión mapuche, uno de nuestros pueblos originarios, ha sido desechada e incomprendida. Sin embargo, paradojalmente, esa cosmovisión, de comprendernos parte del universo y complementarios a él, sería lo que podría salvarnos. En otras palabras, como lo plantea  Hinkelammert: “No podemos asegurar nuestra vida destruyendo la vida del otro… O nos hacemos responsables del globo globalizado, o estamos involucrados en su destrucción”. En ese sentido, si no ponemos la vida del ser humano y la preservación de la naturaleza como condición del crecimiento, estamos asistiendo a nuestro propio suicidio, como lo expresa el título del capítulo “Asesinato es suicidio: cortar la rama del árbol en la cual se está sentado”.

Si a ello le sumamos el colapso sanitario global, con su carga de muerte e incertidumbre, resulta que es urgente buscar y elaborar nuevas respuestas para la convivencia humana. Una nueva ética debiera incorporar en el diseño de políticas  el  análisis de consecuencias a mediano y largo plazo, calcular el daño al medio ambiente para las generaciones venideras y no responder a un solo fin que sería el progreso, sino a mantener la especie con salud y progreso. Se han devaluado los  enfoques monolíticos, reduccionistas  que consideran  a las y los  ciudadanos en una sola dimensión , la realidad exige superar las políticas públicas fragmentada, y asumir enfoques que permitan mirar complejamente realidades complejas. Una mirada transversal y transdiciplinar, como planteaba MaxNeef,  resulta en este escenario, urgente: “Sólo un enfoque transdisciplinario nos permite comprender, por ejemplo, de qué manera la política, la economía y la salud han convergido hacia una encrucijada. Descubrimos, así, casos cada vez más numerosos donde la mala salud es el resultado de la mala política y de la mala economía. Si las políticas económicas diseñadas por economistas, afectan —como, de hecho, lo hacen— a la totalidad de una sociedad, los economistas ya no pueden pretender que su única preocupación son los problemas económicos.”

A pesar de la debacle económica, social y emocional en que estamos inmersos/as por la pandemia,  lo positivo  es que hemos tenido un salto de conciencia, y en Chile, a propósito de la revuelta social del 18 de octubre, nos hemos planteado conversar acerca de qué país queremos. Ese es el proceso que tendrá un hito en las próximas elecciones de constituyentes. Escribir una nueva Constitución permite replantearse esta construcción de puentes entre ética y política y lo político.

Si somos optimistas, y vemos las crisis como una oportunidad de algo nuevo, podríamos decir que tenemos un mundo de posibilidades. En esta crisis podemos tomar la decisión acerca de cómo queremos seguir viviendo. Actuar desde un nuevo imaginario, que probablemente sea más bien austero,  nada tan diferente a un Estado básico de bienestar.

En conclusión,  prefiero situarme en la vereda de los esperanzados, y percibir este momento como una oportunidad para repensar los fines y reorientar los medios. Fortalecer la transversalidad  y complementariedad de miradas en pos de una sociedad incorporada a la naturaleza.  El proceso constituyente en Chile,  abre una puerta grande para ello y espero nos organicemos y la crucemos pronto, antes de que nos la cierren de un portazo.

Francisca Maturana Fernández

Marzo 2021

Francisca es Comunicadora Social, Gestora Cultural y candidata a Magíster en Gobierno, Políticas Públicas y Territorio.

Bibliografía:

  • Hinkelammert, F., El nihilismo al desnudo. Los tiempos de la globalización., LOM Ed., 2001; (capítulo Asesinato es suicidio: cortar la rama del árbol en la cual se está sentado.)
  • Horkheimer, M. Crítica de la razón instrumental. Sur, Buenos Aires, 1973. (capítulo Medios y fines).
  • Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn, Desarrollo y necesidades humanas
  • Weber, El político y el científico, (capítulo: La política como vocación). Documento preparado por el Programa de Redes Informáticas y Productivas de la Universidad Nacional de General San Martín (UNSAM). http:\\www.bibliotecabasica.com.ar

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